Felicitas Keller, fundadora de "Conciertos Vitoria", fue su "manager" principal, encargándose de todos sus conciertos y recitales, excepto en los Estados Unidos y Canadá. A parte de la relación profesional, mantuvieron una gran amistad.
En 1965 fue cuando el Relaciones Públicas neoyorquino, Herbert Breslin, le insistió para ser su representante en los EE.UU y le ofreció un contrato con Columbia Artist, con con una serie de conciertos para empezar. A partir de entonces fue reclamada para dar 3 giras de conciertos anuales en los EE.UU, hasta el 2003, año de su retirada de los escenarios.
Actuó en los más prestigiosos festivales de todo el mundo, con grandes orquestas y con directores de fama mundial pero también, hizo música de cámara.
En el campo lírico colaboró, en numerosas ocasiones, con cantantes como Conchita Badía, Victoria de los Ángeles, Pilar Lorengar, Montserrat Caballé y Josep Carreras con los que mantuvo una gran relación de amistad.. También colaboró con grupos de cámara como el Guarneri String Quartet o The Tokio String quartet.
El 14 de junio de 1968, abriendo la puerta de un taxi en Montreal, sufrió una grave lesión en la falange de su dedo pulgar de la mano derecha, temiendo que ese fuera el final de su carrera como pianista. Al presionar el botón de obertura de la puerta, su hueso, que ya lo tenía en mal estado sin que ella lo supiera, se desintegró. Gracias a la difícil pero exitosa intervención que realizó el eminente Dr. Trueta en Barcelona, la pianista pudo milagrosamente continuar con su carrera concertística después de 5 meses de recuperación en los que aprovechó para estudiar obras para la mano izquierda que, desde entonces, incorporó a su ya extenso repertorio. En agradecimiento por poder volver a tocar el piano, el 24 de enero de 1969, ofreció un recital dedicado al Dr. Trueta.
En 1979, Alicia de Larrocha celebró los 50 años de su primera aparición pública, tocando, en 3 días consecutivos, los 5 conciertos de Beethoven con la Pittsburgh Symphony Orchestra bajo la dirección de Andre Previn, en la ciudad de Pittsburgh (Pennsylvania) y también en New York.
Contó en todo momento con la ayuda y soporte de su esposo, Juan Torra (1920-1982) quien renunció a su carrera pianística para hacerse cargo, durante sus ausencias, de la Academia Marshall, del cuidado de los hijos: Juan Francisco (1957) y Alicia (1959), de los contactos con los representantes, de ayudarle a confeccionar los programas y, en definitiva, de ocuparse de todo aquello que pudiera facilitar la vida nómada de una artista como ella.
Alicia de Larrocha fue una de las/os pianistas más importantes del siglo XX. Su vocación musical se manifestó de manera precoz cuando era una niña y gracias al maestro Frank Marshall, continuador de la escuela de Enrique Granados, Alicia pudo desarrollar todo su talento llegando a realizar una carrera artística titánica. A lo largo de más de setenta años, tocó cerca de cuatro mil conciertos por todo el mundo, en las salas más importantes y con las orquestas y directores de mayor prestigio.