De pequeña hizo unas cuantas actuaciones en público. Los organizadores solían regalarle alguna cosa: una muñeca, una caja de bombones, algún libro… En una ocasión le regalaron 2 palomas blancas a las que bautizó con el nombre de “Titín” y “Titina”. Les cogió mucho cariño, y siempre estaban con ella. Llegó la guerra civil española y un día, sus padres le comunicaron que, las palomas, se habían escapado. ¡Tuvo un disgusto enorme! Cuando fue mayor le contaron que, como durante la guerra no había nada para comer, habían tenido que tomar la decisión de matarlas para darle de comer a ella y sus hermanos, mezclándolas con arroz, como si fuera pollo.